Se trata de darles la bienvenida a aquellos que sientan la necesidad de pensar y a ejercer el derecho más vulnerado en estos tiempos, en donde la mayoría se conforman con dejar que otros piensen por ellos, en dejar que la sociedad configure sus decisiones y su comportamiento social sin saber que es lo que realmente son frente a lo que creen deben ser.
Pensar debería ser un principio constitucional que impulsara a nuestra generación a despertar de un sueño profundo en el que cada vez más jovenes se dejan sumergir, en el afán de continuar con un legado que sin elegir, seleccionan a diario por su amor por la mediocridad que ofrece respuestas más prontas pero sin sentido.
Lo más triste de lo que podemos creer es pensar, es que muchos de nosotros somos quienes nos encargamos de vulnerar este Derecho. Somos nosotros mismos quienes tomamos la decisión de ser reflejos de lo que no comprendemos y terminamos siendo un laberinto de interrogantes que nadie comprende y prefiere no hacerlo para no complicarse frente a un mundo que es mucho más de lo que podemos visualizar a través de nuestros sentidos.
Nos encontramos a diario con estudiantes que no saben cual es la razón para asisitir a un colegio, a una universidad o frente a docentes que sin saber que el mundo es resultado de muchas circunstancias sociales que están en constante evolución solo terminan frustando la creatividad y adaptando a los mismos a vivir una ideología basada en el seguimiento de premisas que no se identifican con lo que en últimas se piensa, sino con lo que pensaron otros que se han equivocado durante toda su vida frente a su visión de concebir el mundo.
Depronto, ni yo misma tenga razón y quiera que piensen como yo lo hago. Y es que no puedo escaparme al mundo del que hago parte, pero ojalá muchos de los que lean esto, elijan un camino diferente, una rutina propia que jamás sea rutina, un inicio que para otros sea el final y un pensamiento que los diferencie realmente de la generalidad y los acerce a descubrirse a sí mismos....
